El mejor ejemplo a seguir cuando hablamos de métodos de evangelismo, sin lugar a dudas se desprende de la experiencia del apóstol Pablo, y posiblemente ella se encuentre en gran parte sintetizada en el texto en el que basamos nuestra reflexión, donde encontramos expuestos 4 principios indispensables para la evangelización: (1) pasión por la ganancia de almas, (2) contextualización de métodos, (3) adaptabilidad personal y (4) visión correcta de la misión.
El apóstol inicia diciendo “me he hecho siervo de todos para ganar al mayor número”, sus ambiciones no eran pequeñas, sus deseos internos lo llevaban a vivir una vida de constante esfuerzo y dedicación para conseguir sus objetivos, que como él mismo lo dice, era alcanzar el “mayor número”, trayéndolo a nuestra realidad, esto podría significar ser el campeón en ganancia de almas de la AG, esta pasión es indispensable para realizar el trabajo de evangelización.
Pablo continúa diciendo “a los que están sin Ley, como si yo estuviera sin Ley”, es decir no podría usar el mismo método que usaba para aquellos que valoraban la ley desde su mismo nacimiento, los métodos los adaptaba de acuerdo a la audiencia a la que se dirigía, y al hacer ello hacía también relevante su mensaje para sus oyentes, esta capacidad que no es el privilegio de algunos sino que puede ser adquirida por todos es necesaria para llevar adelante la tarea de la evangelización.
Él continúa diciendo, “Me he hecho débil a los débiles” es sorprendente el solo pensar en la capacidad que Pablo tenía para hablar con el mas encumbrado y educado personaje de su tiempo con total autoridad y al mismo tiempo la capacidad que tenía para llegar al corazón y la mente del mas sencillo e inculto habitante de Jerusalén, para él no era difícil pasar de un palacio a una choza y en ambas desenvolverse con perfecta comodidad y autoridad, está es una característica indispensable en aquellos que desean realizar evangelismo, la adaptabilidad personal.
Por último el apóstol dice: “esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”, el evangelio y Él son una misma cosa, no puedes compartir el evangelio si no lo tienes a Él, y si tienes a Él es imposible no hacer algo por causa del evangelio, nuestro Señor Jesús viviendo en nuestro corazón e impulsándonos a hacer algo para Él, es el verdadero cumplimiento de la misión, la misión que el Señor tiene para cada uno de nosotros, aquella que nadie podrá hacer sino sólo yo y sólo tú.